Esquema clásico de la comunicación
Cualquiera que pretenda
estudiar como utilizamos el leguaje para comunicarnos debe abordar primero
cierta cuestiones tales como que es exactamente comunicar, que comunicamos y de
qué modo lo hacemos. Un enfoque algo más detallado revela pronto la complejidad
de los sistemas y los procesos de esta.
1.1 Esquema clásico
Si pedimos a un grupo de
personas que nos diga que es la comunicación, o que describan en que consiste
comunicarse obtendremos una lista de respuestas con diversas variantes que
incluirán las siguientes notas: comunicarse es transmitir información, por
medio del lenguaje (o por medio de un código) ; y comunicarse en ponerse en
contacto con otros. En esta caracterización aparecen identificado los
componentes centrales: que es la comunicación (comunicar es transmitir); que es
lo que comunicamos (información); y como se comunica (por medio de un código)
La conceptualización
teórica en la que se recogen estas instrucciones parte del esquema de la comunicación de la `teoría´
de Shannon Weaver (1960) y algunas modificaciones de Jakobson (1960). Estos
esquemas se componen de siete elementos centrales:
·
Código: son
señales a las que se asocian ciertos mensajes.
·
Mensaje: resultado
de la codificación, portador de la información o conjunto de información que se
transmiten.
·
Emisor: el que
codifica es mensaje, es decir, el que anuncia el mensaje.
·
Referente: la
realidad extralingüística a la que alude el mensaje codificado por la señal.
·
Receptor: el que
descodifica el mensaje, es decir, el que recibe la información.
·
Canal: es el
medio físico por el que circula la señal o se recibe la señal.
·
Contexto: el
conjunto de circunstancia que rodean el acto comunicativo.
Elementos centrales del esquema clásico de la comunicación |
1.2
inadecuaciones del esquema clásico
Estas es la representación más común de la visión de la comunicación
que se desprende de ella es errónea. El esquema se concibió originalmente como
modelo de intercambio de información entre dispositivos mecánicos, y realiza
adecuadamente el cometido para el que fue diseñado. Pero cuando se utiliza como
modelo de la comunicación humana devuelve una imagen rígida y simplista en la
que la comunicación se reduce a un intercambio mecánico de mensajes y señales
y, además, como veremos hace predicción incorrectas sobre el papel de cada uno
de los elementos que lo integran: el papel de código es excesivo, la relación entre
los hablantes sencillamente no tiene cabida, el lugar del contexto es muy
secundario, y la situación comunicativa carece del menor peso, a no ser cuando
produce interferencias en el canal.
1.3 ¿Como nos comunicamos?
Los humanos nos comunicamos por medio del lenguaje, las
lenguas son códigos, por lo tanto, los humanos nos comunicamos codificando y
descodificando mensajes. Un `código´ es un sistema convencional que establece
emparejamientos constantes entre señales y mensajes: en principio, cada señal
le corresponde un mensaje y a cada mensaje le corresponde una señal.
1.4 ¿Qué
comunicamos?
1.4.1
MÁS ALLÁ DE LA INFORMACIÓN
Reflexionamos ahora sobre qué es la comunicación. En el
enfoque habitual, comunicar se ha identifica do muchas veces como transmitir información,
de modo que lo que comunicamos debería ser datos nuevos, sin embargo, que la
novedad de la información que transmitimos no es un criterio fiable para
definir la comunicación, por ejemplo, la siguiente situación. Entra usted a su
casa y alguien que vive con usted exclama: - ¡Anda, ya estas aquí!
Resulta obvio que la frase anterior es una muestra de comunicación;
y resulta, asimismo, igualmente obvio que, dada la situación, tal frase no
transmite ninguna información nueva ningún contenido desconocido para quien la
recibe. Por supuesto, el que la emite tampoco lo hace para informarle a usted
de su propia llegada (algo que usted, desde luego, sabe perfectamente. Y sin
embargo esto es lo que se codifica en el mensaje. Si la transmisión de la información
nueva fuera efectivamente la única finalidad de la comunicación, el enunciado
anterior resultaría totalmente superfluo.
1.4.2
REALIDAD Y REPRESENTACIÓN INTERNA
Al preguntarnos sobre que es lo que comunicamos, en el
esquema habitual aparece también el concepto de referente: es la realidad extralingüística
a la que se alude por medio del mensaje. Después de lo que acabamos de señalar
es obvio que no todo lo que se comunica es necesariamente el reflejo de una
realidad externa: no hay referente exterior para las emociones, y tampoco lo
hay en aquellos casos en que el lenguaje se utiliza para llevar acaba acciones
verbales, como saludar o insultar. La noción de referente no resulta, pues, imprescindible
para caracterizar la comunicación.
Para que alguna noción semejante resulte útil dentro de
un modelo general de la comunicación, deberíamos manejar, más bien el concepto
de representación interna. Una representación interna es una imagen mental,
personal y privada, de una entidad o un estado de cosas, ya sea de naturaleza externa
o de naturaleza interna. Nos formamos representaciones internas de todo aquello
que nos rodea y también de nuestra propia realidad interna (deseos, estados de
ánimo, pensamientos…), e incluso somos capaces de representarnos los estados
internos de los demás. Ninguna realidad tiene existencia para nosotros si no la
hemos percibido y no la hemos interiorizado, es decir, hablamos de las cosas
tal y como nos las representamos, y no necesariamente tal y como son en
realidad.
1.5 ¿Para
qué nos comunicamos?
Si la comunicación es un tipo de actividad voluntaria,
parece sensato indagar cuales son los motivos por los que el emisor decide embarcarse
en dicha actividad. El emisor, al producir una señal, quiere conseguir un
determinado objetivo. Podemos concluir que el objetivo del emisor es originar
en la mente del otro un determinado conjunto de representaciones. La finalidad
puede concebirse como la relación dinámica entre el emisor y el aspecto de su
entorno sobre el que este quiere actuar bien para introducir cambios, bien para
evitar que estos se produzcan: los cambios pueden afectar a la situación externa,
o al destinatario, o a ambos. Así, una misma expresión lingüística puede
utilizarse con finalidades comunicativas distintas. Si alguien dice ¡Píntalo de
verde! Esto puede contar como una sugerencia, un consejo, una orden, un reto,
una amenaza. La diferencia entre estas diferentes posibilidades radica, en gran
medida, en cual sea el propósito que persigue el emisor con su enunciado
fuente: Escandell, Maria Victoria., La Comunicación, Gredos, 2005, 9-24pp.
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